5 abr 2010

When she say nothing at all


Era tarde, y callada miraba a la ventana pensando.

Esa mañana se había encontrado con un viejo conocido, que tras invitarle a un café y una vez sentados, comenzó una conversación trivial, que derivó en una pregunta sin mucho interés: ¿Por qué elegiste tu profesión?

Ella se dispuso a hacer el comentario que mecánicamente salta con las tipicas preguntas de relleno preestablecidas como esa. Era lo que siempre había deseado, le gusta escuchar, quiera ayudar a la gente...El interlocutor quedó satisfecho y siguió con sus preguntas de cortesía.

La conversacion siguió de forma automática y superficial hasta la despedida, pero esa pregunta no dejó de dar vueltas por su cabeza: ¿Por qué?

Es cierto que siempre había querido ser lo que era pero, ¿realmente no había un motivo más profundo que eso?

Mientras escuhaba el relajante sonido de las gotas de lluvia chocando en el cristal suavemente, pensaba en su vida, en sus experiencias, y en lo que la había llevado hasta allí.

Es curiosidad, se decía, pero no era suficiente, no podía ser suficiente. Le gustaba buscar los porqués, trabajaba buscando porqués, y no podía obviar el suyo propio.
Las personas...¿por qué?... y entonces se dio cuenta. Quería conocer para estar prevenida, quería que no le volvieran a hacer daño, intelectualizar su dolor, justificar los defectos. Buscaba ser inmune al sufrimiento, pero sabía que era imposible.

Nunca se había sentido tan fragil, tan vulnerable, y nunca había deseado tanto ser fuerte, ser inmutable.

El amanecer la sorprendió aún en vela. Solo quería escapar de todo, quizás así podría empezar de cero... y quizás eso es lo que había deseado siempre.




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