26 ago 2010

Un día soñé...



Un día soñé que nunca te había conocido. Y lloraba, y reía... Estaba atrapada en lo que me liberaste y libre en lo que me atas. Gastaba mis labios en labios extraños, y gastaba mis manos escribiendo en un papel lo que podría haberte contado.
Y volaba, y gritaba. Y me avergonzaba y me enorgullecía.
No confiaba en nadie, y nadie confiaba en mí.
Era dura. Nadie me conocía y nadie podía hacerme daño. Nadie me amaba, y aprendí a amarme más a mí.
No te necesitaba porque no existías...
Pero desperté.