3 sept 2010

Ella y nada más



Abrió los ojos en una nube de polvo, con un pitido sordo en los oídos que retumbaba por dentro.
Tirada en el suelo, levantó la cabeza llena de tierra y miró a su alrededor. No consiguió ver nada.
Clavando los dedos en la tierra se arrastraba lentamente, con mucho esfuerzo. A cada paso sentía el calor de su sangre derramándose por su sucia piel.
Era inútil gritar, nadie podría oírla allí.
Tenia que huir, pero a cada paso estaba más debil, su piel se desprendía al contacto con la metralla y el aire contaminado la hacía adormecer. Ya no le quedaba mucho tiempo y quería salir de allí.
Pero ¿a dónde iba a ir? Ella ya lo había destuido todo.

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